La legendaria cara Norte del Eiger, espectaculo que pude disfrutar el pasado Diciembre.


domingo, 6 de abril de 2008

Mis inicios en el deporte blanco.

Hace tiempo que no dedico un rato a mi blog. Pero hace tiempo que tengo varias cuestiones a las que me gustaría dedicarle unas lineas aquí. Una de esas cosas es la bici como medio de transporte en este país. Es algo que me apasiona y de la que tengo ganas de escribir desde que comencé con este blog, otra es la recogida de residuos en Tübingen, que es bastante curiosa. Pero hoy empezaré por contar un poquito mis inicios en el esquí, y dentro de unos días, escribiré sobre mis vacaciones de semana santa en España. Porque me parece curioso como hasta que no he sido emigrante no me he interesado mucho por conocer mi propio país, y ahora siempre que voy, y con la excusa de que Anais quiere conocer tal o cual ciudad, me paso por las ciudades, antes tan cercanas, y ahora tan lejanas, para descubrir con sorpresa, lo que ahí había y hasta ese momento desconocía. Pero eso será otro día.


Hace unas tres semanas, estuvimos a visitar a una amiga de Anais que vive en Ginebra (Genf o Geneve, en alemán y francés, respectivamente). La frontera Suiza está relativamente cerca de aquí, sin embargo, hasta Ginebra tenemos un viaje bastante largo. Estuvimos allí un par de días, el primero le dedicamos a hacer un poco de turismo. La ciudad está en la linea de las ciudades centro-norte europeas que conozco. No sabría como describirlo, pero tienen un aire muy parecido, en ellas se respira una cierta atmósfera parecida, y eso no quiere decir que sean ciudades muy contaminadas. Pues se trata más del contrario. Ginebra está rodeada de montañas, con los Alpes a escasos 20 km, y un lago de varias decenas de km. Existen bastantes espacios verdes, y por lo que he podido percibir, no parece una ciudad muy estresada, ni estresante.




La mencionada amiga de Anais se llama Vanesa, y es francesa, no obstante, Ginebra es la zona francesa de Suiza. De modo, que mi pobre alemán no me sirvió de nada. Miento, para comunicarme con Florian. Que es el novio de Vanesa. Bueno, una vez introducidas las presentaciones, seguiré con la historia. La cuestión es que, los padres de Florian, tienen una casa en el Grand Bornan, en plenos Alpes franceses. Y como Anais y yo queríamos esquiar, la opción parecía obvia. De modo que, nos desplazamos a la casa de los Alpes el Sábado por la tarde de manera que al día siguiente fuéramos los primeros en estar en las pistas. Al final, nada de esto fue así. Pues vinieron algunos amigos con nosotros y estuvimos jugando a la Wii hasta altas horas. Menos mal que este tipo de videojuegos requiere de movimiento, porque ya os podéis imaginar como está una casa en plena montaña y que lleva varias semanas sin abrirse. La casa no se calentó, hasta la hora de volvernos (lastima no tener más tiempo).



















El resultado es que de la idea de ser los primeros en las pistas, quedó en que eramos de los últimos (las 11:30h, más o menos). Y eso que el remonte estaba a 100 metros de donde dormimos. Yo iba surtido con indumentaria y material prestado, con lo que eso que me ahorraba de alquiler. Ese fue un punto a nuestro favor importante, el segundo, es que al pagar el pase de entrada en las pistas, la cajera se confundió y no nos cobro nada. Que suerte!!!!!





Luego comencé a hacer mis pinitos en este deporte. No hace falta decir que yo no había esquiado nunca (sólo una mañana hace varios años, con nefastos resultados). Con lo que estuve buena parte del tiempo en el suelo o intentando levantarme. No obstante, poco a poco fui cogiendo el truquito y con el tiempo, ya me deslizaba un poco, aunque sin ningún control y sin capacidad de frenar. La incapacidad de frenar es un inconveniente importante grande cuando vas acompañado de gente que esquia desde hace muchos años, y no pueden comprender como te da miedo dejarte caer por pendientes que tu ves peligrosísimas y ellos las ven casi planas. Esta circunstancia me llevó a verme en lo alto de una pendiente por la que mis acompañantes me insistían que me lanzara. Cosa a la que yo me negaba en redondo. Ni hablar!!!, decía yo. Pues a la pendiente (que para mi era enormidad) se sumaba que abajo había una especie de concierto. Yo me veía dirigiéndome directo hacía el escenario como caballo desbocado, y sin capacidad de frenar. Estos pensamientos, me tentaban a quitarme los esquíes y bajar andando, mientras Anais intentaba engañarme diciendome que andando era mucho más peligroso, que me podía resbalar. Joder. Resbalar, pero no es eso lo que haces cuando esquías, donde está el mayor peligro entonces. Finalmente, con muchos apuros y mucho miedo conseguí bajar la pendiente. Una prueba de fuego fue esta, que me ayudo a perder un poco el miedo y a ver otras pistas relativamente sencillas. Y en estas otras pistas, pasé el resto de la jornada. Desarrollando cualidades poco a poco, mientras el resto del grupo subía a enclaves más complicados. Cuando estos volvieron, les quise mostrar mis mejoras, e hicimos una última bajada. Y el resultado fue desastroso. Sufrí la caída más aparatosa de toda la jornada. Un culetazo de consideración. No obstante, me gustó mucho y estaba resignado a que este año no volvería a esquiar más.



Pero me equivoqué. La semana pasada, improvisamos un fin de semana en Zürich. Allí vive la hermana de Anais, con lo que tenemos alojamiento en su casa. Y decidimos ir a pasar el fin de semana (está a dos horas y media de aquí). La idea era aprovechar las últimas nevadas de la semana anterior y tener un finde "blanco". Y así fue. El primer día Domingo (yo libro Domingos y Lunes). Nos desplazamos a Hoch-Ybrig, una estación invernal a una hora de Zürich. Tuvimos un día soleado y con una temperatura muy agradable. A medida que avanzaba el día noté que había dado un salto de calidad importante, de no tener ningún control, y hacer los virajes a duras penas, comencé a ganar seguridad y a partir de mediodía ya esquiaba en paralelo, y no haciendo cuña, como antes. Este aspecto me daba mucha seguridad, pues adquirí mucho control y la capacidad de parar en seco. Aprovechamos hasta que cerraron los remontes, y después como aun quedaban horas de luz, bajamos al coche para coger las raquetas de nieve, y hacer un par de horas y media. Las compramos en Decathlon, a principios de invierno, pensando que las podríamos utilizar mucho más, pero este año ha nevado mucho menos de lo habitual, y no las habíamos podidos estrenar. Estuvo bastante bien subimos un piquito y nuevamente para abajo. Un día muy completo, y agotador.



Al día siguiente, volvimos a desplazarnos dirección Alpes. Como el día anterior habíamos hecho casi todas las pistas, fuimos a otra estación. En este caso elegimos Flumserberg. El tiempo tenía bastante poco que ver con el día anterior. Había bastantes nubes, pero pudimos esquiar con normalidad, hasta la tarde. Después de comer subimos al punto más alto de la estación a 2.000 mts, había una niebla que no te dejaba ver nada. Incluso nos salimos de la pista, y no sabíamos por donde iba ésta. Y la gente que llegaba detrás de nosotros nos seguían y también se salían de pista. Afortunadamente, pasó un chico con snowboard que conocía la pista, y nos marcó un poco el camino a seguir, con lo que volvimos a pista y conseguimos llegar hasta donde la niebla no era tan espesa. Y ya no volvimos a subir más tan alto. Aprovechamos el resto de la jornada haciendo otras pistas más bajas, hasta la hora de cierre. Este segundo día continué progresando, y le perdí el miedo totalmente a las pistas rojas. Seguí mejorando, y además de ganar seguridad y más técnica, noté que ganaba velocidad con respecto al día anterior.

La pena es que este año ya si que no tendré más oportunidades de esquiar. Y no será por falta de ganas. Me acabo de iniciar en este deporte, pero me ha gustado mucho. Ahora me pregunto como estando a menos de una hora de coche de las pistas de la sierra de Guadarrama (Valdesqui), no había ido nada más que una vez. Es un deporte, caro. No se puede ir todos los días, pero no supone mucho más que salir una noche a cenar y a tomar una copa. Pero bueno, así ha sido. Ahora a esperar las nevadas del año que viene. Esto si el tiempo no nos sorprende, y nieva en Mayo o a finales de Abril, cosa que no me sorprendería del todo, pues el clima actualmente está loco, y creo que deberemos acostumbrarnos a que dentro de no mucho veamos nieve en Mayo y 30°C en Noviembre o Diciembre.

Un saludo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado oir vuestras voces. Os echo de menos...

Anónimo dijo...

¿Jo pe!! me daba un poco de miedo verte bajar la pista azul esa.
Está muy bien que escribas, pero te sugiero que escribas más veces y más corto. Cómo lo ves?
Bego