La legendaria cara Norte del Eiger, espectaculo que pude disfrutar el pasado Diciembre.


miércoles, 2 de julio de 2008

El fútbol es un juego de once contra once y, ya no siempre, gana Alemania

Alemania vuelve a la normalidad después de tres o cuatro semanas de desenfreno futbolístico. En una de las entradas anteriores ya comentaba que aquí el fútbol, y la selección nacional, son algo grande para el alemán de a pie. Los medios de información se vuelcan, y esta Eurocopa, no ha sido una excepción. En los dos canales públicos se han podido ver todos y cada uno de los partidos, desde el primero al último. Cuando jugaba Alemania, había un previo de un par de horas y después del partido otra más para el análisis del cómo, dónde, y por qué. A medida que avanzaba el campeonato, el entusiasmo general, que ya era alto desde el inicio, crecía. Y pasearte por una ciudad alemana, era encontrar el negro, rojo y amarillo de la bandera nacional por todos lados; en coches, ventanas, en las bicis o al cuello a modo de capa, que a más de uno he visto de esa guisa, al estilo Superman. Los periódicos dedicaron sus portadas los tres días previos a la final a la selección, y en alguno de ellos podrías encontrar foto-montajes de toreros con la cara de jugadores alemanes, y algún titular muy folclórico y que tiraba de estereotipo.

Pero hoy la historia es otra bien distinta. Paulatinamente, van desapareciendo las banderas que durante las dos últimas semanas han inundado todo, y el fútbol que lo colmaba prácticamente todo deja paso a otros temas en radio, televisión o en las conversaciones cotidianas del día a día. Desde el Domingo por la noche hasta ahora, he escuchado en innumerables ocasiones a apelar al futuro. Al 2010, el próximo mundial de Sudáfrica. Porque a pesar de haber perdido la final, los alemanes se sienten orgullosos de su selección, y confiados en que en dos años volverán a estar en lo más alto. Motivos no les faltan -han ganado tres mundiales y otras tres eurocopas-.












Por mi parte, disfruté con la semifinal, aquí, en Tübingen. Lo vimos con algunos españoles más, pocos, porque aquí no somos muchos, en un Pub donde despliegan tres pantallas grandes. Suele congregarse mucha gente joven, estudiantes en su mayoría. Allí coincidimos con algunos rusos, y una amplia mayoría de alemanes a la espera de rival. Después de la victoria española, estuvimos cantando y festejando en el centro de la ciudad. Finalizamos la noche tomando una copa en un discobar y bailando con unas simpáticas rusas una rumba catalana. Casi como en casa.

El Domingo, día de la final, estábamos en Frankfurt visitando los padres de Anais. Es una ciudad grande, mucho más que Tübingen, y eso nos permitió disfrutar de un ambiente más a lo grande. Vimos el partido en una de las múltiples pantallas gigantes instaladas en la ciudad. Junto a un numeroso y ruidoso grupo de españoles. Convivimos armoniosamente con los aficionados alemanes. Muy silenciosos todo el partido. Empezaron cantando y animando, pero esos cánticos se fueron extinguiendo, a medida que su equipo naufragaba ante los envites españoles. Finalmente, España vuelve a ser campeón de Europa, después de 44 años. Y he de reconocer que me llevé una de las mayores alegrías que me ha dado el fútbol. Pues cada dos años, de manera irremediable, la selección siempre me daba el disgusto. He visto al Real Madrid, mi equipo, jugar tres finales de Champions League, y las ha ganado las tres. En cierto sentido, lo que me faltaba por ver era una gran victoria de la selección, y llegué a pensar que ésta no se produciría nunca. Pero llegó. Y la alegría se desbordó en una pequeña plaza de Franfurt, y de ahí a la plaza de la ópera, y en ésta a la fuente. Y hubo cohetes, y fuegos de artificio, y banderas españolas, los coches pitaban mientras la gente exhibía su alegría. Y todo esto, mientras miles y miles de alemanes desfilaban hacia casa, y nos dejaban la ciudad para nosotros solos. Y esa noche, por un rato a muchos de nosotros nos pareció que estábamos en cualquier rincón de España.




Un saludo. Y Viva España.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nosotros tambuién lo celebramos. Salimos de casa con la "Furia Roja" (Miguel, Agus y Victor con las camisetas de la selección cantando) cantando; "Campeones, campeones....oeo, oe, oeoe..." De la Calle del Caharco bajaban la Mª Jesús y la Chil y más gentes con banderas y de casa de Tia Esperanza tambi´´en salieron su hijos cantando.
A mi que esto de los nacionalismo no me va mucho, debo reconocer que fue muy emocionante.
Besos,
Bego