La legendaria cara Norte del Eiger, espectaculo que pude disfrutar el pasado Diciembre.


viernes, 12 de diciembre de 2008

El invierno y la pre-navidad.


Finalmente, después de dos días y dos noches ininterrumpidos, ha dejado de nevar. Lo que ha quedado es un panorama totalmente blanco y mucho frío. Tanto frío que para el domingo la previsión es de -8° y una sensación térmica de -11°. Ahora, cuando miras por la ventana ya sabes lo que te vas a encontrar fuera. Sin embargo, la semana pasada que no nevó, mirabas por la ventana y lo que veías podría ser perfectamente un día de primavera u otoño y eso que los termómetros no subían por encima de cero grados. Esto es algo curioso. Me refiero al frío aquí. Yo procedo de una zona en la que las bajas temperaturas no nos son extrañas. Sin embargo, en Segovia, cuando hace frío miras por la ventana y puedes intuir lo que hay fuera, ya sea por el viento, la lluvia, etc. Siempre encuentras indicios de lo desapacible del tiempo. Aquí, a mi eso no me pasa. Como decía, la semana pasada mirabas fuera y podrías pensar que en la calle había una temperatura agradable, cuando nada más lejos de la realidad. Muchas veces pienso que el frío de esta zona es un frío silencioso, no hay viento, no hace aspamientos, es un frío tranquilo, yo siempre digo que es un frío callado.


El frío y la nieve que tantos inconvenientes plantean, al menos a mi, que trabajo en la calle y con la bici, tiene por otro lado sus aspectos positivos. Uno de ellos es los deportes de invierno. El año pasado me inicié en el esquí, y hace dos semanas ya pudimos iniciar la temporada de esquí, en Noviembre, que es algo casi inaudito. Un Domingo madrugamos y nos desplazamos hasta el Feldberg, en plena Schwarzwald (Selva Negra). La Selva Negra es una zona boscosa y montañosa situada en el Sur de Alemania que ocupa miles de kilometros cuadrados. Su característica más peculiar es la vegetación compuesta por variedades de arboles de un color muy oscuro. Allí pudimos disfrutar de una agradable jornada de esquí. Pero ya que las condiciones climáticas y culturales lo permiten, he podido probar otras actividades como el patinaje sobre hielo. No lo había hecho nunca, y el pasado domingo en Frankfurt pasamos la tarde patinando. Me dí la correspondiente culada, pero fue muy divertido. Y puestos a probar, este Domingo, si no sucede nada extraño, iremos con el equipo de triatlón a hacer esquí de fondo. Ellos lo practican habitualmente y en Alemania la afición a este deporte es grande. Por ejemplo, en la televisión se puede ver frecuentemente competiciones de biatlón (esquí de fondo y tiro, todo a la vez).


Con estas nevadas, la estampa actual es muy navideña. Y es que en realidad casi ha llegado la navidad. Podríamos decir que estamos en el periodo pre-navidad. Este periodo tiene sus propias costumbres y peculiaridades aquí. Tiene hasta un nombre: adviento. Los 24 días previos a la navidad es lo que aquí llaman Advent. El primer domingo del adviento se debe encender una vela, el segundo dos, hasta el cuarto que se encienden cuatro. Algo muy habitual en el adviento son los calendarios del adviento donde cada día se debe destapar un número y aparece una sorpresa. Los hay muy variados, de chocolate, de té, etc. Este año Anais hizo ella misma un calendario y me lo regaló, de manera, que ahora cada día abro un pequeño paquete y encuentro una sorpresa. Normalmente son dulces y chocolate.




















Y hablando de chocolate. El día 6 de diciembre es San Nicolas, y la tradición dice que ese día San Nicolas deja chocolate a aquellos que han sido buenos durante el año. Coincidiendo con San Nicolas, en Tübingen, mi ciudad, se celebra el festival del chocolate. Donde se puede probar chocolate de los más variados lugares del mundo. Una semana después, las casetas del festival del chocolate, dejan su lugar a las casetas del mercadillo de navidad. En él se pueden encontrar múltiples cosas, pero abundan las artesanías, y como no, comida y bebida. El menú principal se compone de salchichas y Glühwein (un vino caliente y especiado del que ya hablé en una anterior entrada).


La decoración navideña también tiene sus peculiaridades. Por ejemplo, no se abusa de las luces de colores. Se decora, pero mayoritariamente con luz blanca. Y abundan las coronas para puertas y centros de mesa navideños elaborados tomando como elementos clave aspectos vegetales. Estos me gustan especialmente. Me parecen de bastante buen gusto y no cantan tanto como el típico Santa Claus que trepa por una escalera. En ellos se combinan ramas de arboles, piñas, algunos frutos, etc. Y el resultado, desde mi punto de vista, es bastante satisfactorio.


Yo desde aquí, ya me anticipo y os deseo que lo paseis bien las proximas fiestas, y todo mis mejores deseos para el año que viene. Apropiandome de una frase de un popular periodista "que vuestra sonrisa os acompañe siempre".
Un fuerte abrazo.

sábado, 15 de noviembre de 2008

La leyenda de Mallory e Irvine



El 29 de Mayo de 1951 dos hombres ponían por primera vez sus pies sobre la cima de la montaña más alta del mundo. Eran Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay, quienes después de varios intentos de la expedición británica, a la que pertenecían, por alcanzar la cima, lograban hollar la cima del Everest. Pero esa es una historia bien conocida. No está tan claro, sin embargo, de lo que suceció 29 años antes en ese mismo escenario.




Mallory e Irvine



Las primeras expediciones europeas al Everest datan de principios de los años 20. Ya en 1921 se producee la primera expedición británica al Everest. Entre su componentes se encontraba George Mallory. Aficionado desde niño a la montaña y a la escalada, se licenció en Historia en la Universidad de Cambridge para posteriormente dedicarse a la enseñanza. El objetivo de esta primera expedición era intentar reconocer las vías de acceso en busca de rutas hacia la cumbre. El año siguiente, 1922, otra nueva expedición británica volvía a las faldas del Everest. En esta ocasión, y después del reconocimiento del año anterior (en el que se cartografió con detalle la montaña), el objetivo era más ambicioso, y ya se pretendía hacer cumbre. La estrategía era seguir el método polar, que consistía en ir poniendo campos de altura según se iba avanzando. Los miembros de esta expedición, entre los que se encontraba nuevamente George Mallory, lograron establecer el record de altura, llegando a alcanzar los 8.300 metros. Unos días después de llegar a esta altura, Mallory organizó un último intento antes de la llegada del monzón. Sin embargo, durante la marcha de aproximación un alud arrolló al grupo matando a siete sherpas. Este trágico acontecimiento puso fin a la expedición.


Pero en Gran Bretaña alcanzar la cima del Everest se había convertido en "cuestión de Estado", y en Junio de 1924, sólo dos años después del último intento, otra expedición británica pretendía llegar a la cumbre. Mallory, que ya había participado en las dos incursiones anteriores, volvía a ser de la partida. Éste, apodado "Caballero Galahad", por su espiritu romántico hacia el alpinismo, consideraba antideportivo ayudarse de bombonas de oxigeno, sin embargo, conocedor de las difucultades que entrañaba la empresa que pretendía, decidió utilizarlas, a pesar de que debían acarrear un peso extraordinario.

El 6 de Junio de 1924, Mallory acompañado por el técnico de oxígeno Andrew Irvine, estudiante de Oxford y remero de esa universidad de tan solo 22 años, emprendían un nuevo intento de hacer cumbre por el collado norte, con la esperanza de llegar a la cima tres días después. Durante el ascenso se cruzan con Howard Somerwell, que les presta su cámara de fotos al desistir de su intento. Dos días después de salir del campo base, el 8 de Junio fueron vistos por última vez a unos 600 metros de la cumbre por Noel Odell (geólogo y componente de la expedición), que desde el campo base les seguía con el telescopio; "Toda la arista somital y la cumbre del Everest se hallaban despejadas. Mis ojos quedaron fijos en el pequeño punto negro que se recortaba en una cresta de nieve situada debajo de un resalte rocoso de la arista; el punto negro se movió. Entonces apareció otro punto negro que se desplazó por la nieve hasta reunirse en la cresta con el primero. Este se aproximó entonces al gran escalón rocoso y al poco apareció en lo alto; el segundo le imitó. Entonces toda aquella fascinante visión se desvaneció, una vez más envueltas en nubes...". Ya no se supo nada más de ellos.



Hasta ahí los hechos irrefutables. El resto es leyenda. Llegaron realmente a pisar el punto más alto del planeta? En 1933 se hayó el piolet de Irvine a unos 8.400 metros, bajo el primer escalón de la arista noroeste, y en 1999 una expedición encuentra el cuerpo de Mallory congelado a unos 521 metros de la cumbre. Tenía la tibia y el fémur de la pierna izquierda rotos.




Son muchos los que opinan que Mallory e Irvine alcanzaron la cumbre y fue en el descenso cuando perdieron la vida. Los partidarios de esta teoría se apoyan, especialmente, en dos datos: una de las hijas de Mallory siempre ha sostenido que su padre llevaba consigo una foto de su mujer con la intención de dejarla en la cima en caso de alcanzarla. Esa foto no fue encontrada en el cuerpo. Dado el excelente estado de conservación, existe la posibilidad de que lograra su deseo y esa foto descanse a 8848 metros de altura. Por otra parte, las gafas de Mallory se encontraban en su bolsillo cuando fue hallado, lo que indica que falleció de noche. Eso lleva a pensar que estaban descendiendo a última hora del día. Teniendo en cuenta donde y a qué hora fueron vistos por última vez, es muy poco probable que se encontraran fuera del campamento de noche sin haber llegado arriba.


Por otro lado, Noel Odell, que se cruzó con ellos cuando descendía de su intento fallido y les siguió desde la distancia en los campos de altura más bajos, siempre ha mantenido creer haberlos visto encima del segundo escalón, que es el paso de dificultad técnica más alto del mundo a tan solo 240 metros de la cima, y que actualmente se supera con una escalera metálica que colocó en el año 1960 una expedición china.


Sin embargo, son otros muchos los que piensan que es imposible que Mallory e Irvine, lograran superar el segundo escalón del collado noreste, máxime si se tiene en cuenta el tipo de calzado e indumentaria que vestían y que llebaban a la espalda unos equipos de oxigeno que oscilaban entre los 20 kg de peso, y que de haber llegado a los pies del segundo escalón, era demasiado tarde para continuar con verdaderas perspectivas de éxito.

Sea como fuera. Alcanzaran o no la cima. Me quedo con el espiritu de superación de Marolly e Irvine. Con su concepto romántico de montañismo y amor a la montaña, maxime en las condiciones actuales en las que se encuentra el alpinismo, en buen grado mercantilizado y "falsificado" por un sinfín de ayudas externas, que no buscan más que la cima a cualquier precio.



Un día dos pioneros vestidos con chaquetas de lana y botas de cuero se adentraron donde no había llegado nadie, movidos por su espíritu de aventura, y la ambición de llegar a la cima más alta del planeta por una sencilla razón: "porque está ahí" (como contestó Mallory a un periodista americano a la pregunta de por qué escalar el Everest). Solo por eso merecen el respeto y el recuerdo. Desde luego mi admiración, y mi deseo que un día se pueda recuperar la cámara que Odell les prestó (no fue hayada junto al cuerpo de Mallory y el de Irvine permanece desaparecido aún, según técnicos de Kodak debido a la conservación por el frio las técnicas modernas permitirían revelar la pelicula) y se pueda verificar que realmente durante unos segundos Mallory e Irvine fueron los primeros hombres en poner los pies sobre el punto más alto del mundo.





Un saludo

lunes, 3 de noviembre de 2008

Frankfurt Marathon


Ayer Domingo 2 de Noviembre tuvo lugar la Maratón de New York. La maratón más importante y multitudinaria del mundo (40.000 participantes). Allí en la Gran Manzana se coronaron Paula Radcliffe, la plusmarquista mundial de la distancia, que ya suma tres victorias en New York, y el brasileño Gomes dos Santos, que sumó su segunda victoria en esta carrera y el único latinoamericano que ha conseguido ganarla.


Una semana antes, el pasado Domingo 26 de Octubre, participé en la Maratón de Frankfurt. Ocho años después de mi primera maratón y siete después de la última, decidí volver a participar en una carrera en la mítica distancia; 42.195 metros. Después de tanto tiempo, cuando recuerdo aquellas dos carreras no me queda más remedio que esbozar una sonrisa. Tenía 19 y 20 años respectivamente, en mi debut vestía pantalón corto de futbolista (del C.F. Muñopedro, el equipo de mi pueblo) camisa de manga larga y medias, ambos de jugar al fútbol. Calzaba unas zapatillas que estaban a medio camino entre zapatillas de fútbol, de paseo, o de cualquier otra actividad que no fuera correr. Al año siguiente, del atuendo descrito sólo varió la camisa, que pasó a ser una de algodón y manga corta, con un logo enorme de Pepe Jeans. El la primera hice un tiempo de 4 horas y 20 minutos, y en la segunda 3:48. La primera fue especialmente emocionante, claro está, por ser la primera, porque llegué a meta (algo que no estaba nada claro cuando empecé). Además, me acompañaron mis hermanas y me dieron mucho animo. Incluso una de mis hermanas se fue a Madrid desde Segovia espontáneamente y sin aviso para verme terminar la maratón. La casualidad se alió con nosotros y quiso que según entraba en la ciudad con el coche (llegaba muy tarde) me viera pasar corriendo.



Siete años después de aquella aventura, me planté nuevamente en la salida de una maratón. Seis semanas antes había cogido un plan de entrenamiento de Internet de 17 semanas para hacer una marca de 2:45:00, que era mi objetivo. Como no tenía tiempo lo modifiqué a mis necesidades y lo seguí a medias.





Como te colocan por el tiempo previsto, salí bastante delante, y pronto me encontré en un pequeño grupito, en el que corrí hasta la media maratón. El ritmo previsto era de 3:55 minutos el kilómetro. Pero en la primera mitad, fui algo más rápido, y pasé con un tiempo de 1:21:15. Un minuto más rápido de lo previsto. Desde ahí, el cansancio comenzó a hacer mella, y bajé mi ritmo. Del km 20 a 30, continué a un ritmo medio por debajo de 4 minutos el km. Y aunque, a partir del 30, iba un poco más lento, cuando llegué al km 35 estaba aún en condiciones de hacer 2 horas y 45 minutos. Pero los problemas llegaron a partir de ahí. Comencé a tener calambres en la parte posterior del muslo en ambas piernas. Algunos tan intensos que debía parar y estirar un poco para poder continuar. Estos 7 últimos kilómetros se me hicieron eternos. Pero finalmente llegué. El tiempo; 2:49:10. Un poco por encima de lo previsto, pero teniendo en cuenta todo el tiempo que perdí al final, lo doy por bueno.







En cuanto a la carrera. Destacar el gran ambiente. Había más de 20.000 inscritos en total, incluidos los relevos. El circuito pasa por las calles más importantes y céntricas de Frankfurt. Con lo que la presencia de público estaba asegurada. Me sorprendió bastante toda la gente que había, y bastante animada (para ser alemanes, que no son la alegría de la huerta). Muchas bandas de música y percusionistas. Algunos incluso sacaban sus altavoces a la calle con música típica alemana (que no sé por qué, pero siempre me recuerda a Bavaria). Teníamos el nombre escrito en el dorsal, y los españoles, o los hispanohablantes que por mi nombre se daban cuenta de mi pr0cedencia, me dedicaban un saludo o un grito de animo en español. Esto verdaderamente se aprecia mucho. De todos modos, todos dan mucho apoyo. En mi caso tuve un calambre a trescientos metros de meta que me obligó a parar y la gente no dejaba de gritarme; "weiter, weiter, ..." (sigue, sigue). Además, yo tuve a los padres de Anais (viven allí) y a Anais que me apoyaron durante el recorrido. Anais me acompaño en la bici buena parte del recorrido, y se lo tengo que agradecer, porque me vino muy bien. Pero no sólo por eso, sino por las seis semanas que me ha estado acompañando en la bici mientras yo entrenaba. Me marcaba el ritmo (más despacio, más deprisa, etc), y me iluminaba el camino porque muchos días tenía que salir ya con la noche.



Quizás lo más emocionante de esta carrera es la meta. Se llega a un pabellón bastante grande iluminado con luces de colores, confeti, música y atestado de gente. Diez segundos muy emocionantes. Merece la pena las tres horas anteriores de sufrir un poco para vivir esa llegada.

Espero que la próxima vez no tenga que esperar otros siete años.



Un saludo


Jose

lunes, 13 de octubre de 2008

Ironman Roth

El pasado fin de semana se celebró la prueba estrella de triatlón en la distancia Ironman; el World Champion Ironman Hawaii. Para quien no lo conozca, la distancia Ironman son 3,8 km de natación, 180 km de ciclismo y 42 km de carrera a pie. Hawaii es la cuna del triatlon, y la prueba más prestigiosa. La prueba que inicia su andadura en la playa de Kona, tiene una mitología especial. Cualquier triatleta siempre ha soñado con cruzar, al menos una vez en la vida, tan codiciada meta.


En este escenario incomparable, un español, Eneko Llanos, consiguió el mejor resultado que nunca ha conseguido un español en esta competición. Si hace tres años sorprendía con un quinto puesto, el pasado sábado, conseguía ser el primer español en subir al podio de Hawaii. Finalizó segundo, solo superado por el australiano Graig Alexander. E incluso, durante buena parte del segmento de ciclismo lideró la prueba. Finalmente, no se pudo alzar con la victoria, pero no dudo que en los próximo años logrará subir al triatlón español a lo más alto del cajón.

Por mi parte, y siguiendo al hilo del Ironman, continuo con mi proyecto de participar y finalizar un triatlón en esta distancia. Así lo declaraba a inicios de año en una de las entradas de este blog, y esa sigue siendo la idea ha día de hoy. No obstante, ya se han dado los primeros pasos, y hace unos meses realicé mi inscripción para el Ironman Challenge Roth. Las dos opciones principales eran Frankfurt y Roth. La primera por ser la ciudad donde viven los padres de Anais, y ambas por ser competiciones al máximo nivel tanto en cuestiones relacionadas con organización, participación, ambiente, etc. En definitiva, tanto en Roth como en Frankfurt encuentras el triatlón en su punto más álgido: una fiesta del deporte.

En Frankfurt no pude inscribirme porque las inscripciones se cerraron un año antes y en sólo dos días. Así que acudimos al plan B, y finalmente, si ocurre nada indeseado, el 12 de Julio de 2009, tomaré parte en la salida de mi primer Ironman, eso si junto con otras 3.000 personas. Esas son muchas personas, sobre todo nadando a un mismo tiempo. Os dejo alguna foto de las pasadas ediciones del Challenge Roth.

Ese será el gran objetivo del próximo año, y la primavera que viene habrá que sacar tiempo de donde se pueda para entrenar y alcanzar el ilusionante objetivo de finalizar la prueba. No seré el único, pues el próximo año algunos amigos de Valencia también debutaran en el Ironman Challenge Maresme de Barcelona.

Para ir calentando motores os dejo un vídeo, que para aquellos que desconocen un poco este mundo les dará una mejor idea de en qué consiste, y para aquellos ya aficionados advertir: Cuidado que engancha!







Un saludo

domingo, 21 de septiembre de 2008

Mix de verano

La última semana nos ha obligado a volver a cajones de armario que hacia meses que no abríamos. El frío ha llegado. Demasiado pronto, pienso, pero aquí está de nuevo. Eso me obliga considerar el verano finalizado. Y por tanto, es menester hacer un breve repaso por lo que aquí ha acontecido en los meses cálidos.

La familia crece.

El mes pasado mi hermano Agus y su mujer, Mari, tenían a su segundo hijo (hija en este caso) y mi cuarto sobrino. La semana que viene vuelvo a España, y tendré la oportunidad de conocerla. Hasta ahora sólo he podido ver algunas fotos suyas, pero todos me dicen que es una niña muy bonita. Faltaría más, que va a decir su abuela. Aquí dejo una foto de ella.


Hemos recibido las primeras visitas.



A principios de Agosto nos mudamos a un piso nuevo. Y como éste es más grande que el anterior ya teníamos espacio suficiente para poder acoger a las visitas. Los primeros en llegar fueron mis hermanas Mirella y Fani, acompañadas por mi sobrino Víctor. Creo que les gustó bastante la ciudad donde vivimos. Especialmente, lo verde que es. Espero que se animen a volver en otra ocasión.











Después en Septiembre, pasaron dos días con nosotros unos amigos, Rafa y Josefa. Desde que me fui de Valencia no los había vuelto a ver. Y fue muy agradable reencontrarlos y poder charlar un poco de nuestras batallitas, que en general suelen estar bastante relacionadas con el deporte, especialmente con la bici.

Vacaciones en el mar.

La última semana de Agosto pasamos unas agradables vacaciones en la Costa Azul francesa. Teníamos la posibilidad de disponer de una casita en Saint Maxime propiedad de unos familiares de Anais, así que nos dimos el empacho de viaje (10 horas). Pero ciertamente mereció la pena. Disfrutamos un poco del sol, de la playa, y como no, hicimos un poco de deporte. Nos llevamos la bici y tres o cuatro tardes hicimos unas rutas para conocer un poco la región. Además, creo que lo más divertido, fue remar en una pequeña plancha de surf. Lo que nos permitía que cuando nadábamos, uno nadara y el otro acompañara en la plancha, así las motos de agua y las lanchas nos veían con facilidad y desde la plancha se podía vigilar las medusas.










Un par de anécdotas de la radio alemana.

Hace unos días escuchaba la radio cuando sonaba un tema de rock duro en castellano. En este tipo de música es complicado comprender la letra de las canciones, pero prestando un poco de atención reconocí sin dudas que cantaban en español. A continuación, rugía otro tema heavy, juraría que en vasco. No lo puedo asegurar al 100%, pero estoy casi seguro que era vasco. A continuación, un tema de la Cabra Mecánica, y para terminar una rumba de Peret. No podía creer lo que escuchaba. Hasta que la estruendosa voz del locutor me devolvió a lo cotidiano; no eran los 40 principales, ni M80, como otros días estaba escuchando SWR 3.

Un aspecto que me llama poderosamente la atención es como en las cadenas de radio locales y regionales, advierten de la posición de los radares más peligrosos (normalmente todos de carácter móvil). Así por ejemplo, la gente llama para entrar en directo e informar que en la carretera de Tübingen a Reutlingen en el km 5 hay un radar. Del mismo modo, después de la información del tráfico, los atascos, las obras, se detalla la ubicación de los radares con los que hay que tener especial precaución. Toma allá.

Un saludo

jueves, 31 de julio de 2008

Lo mejor de la tele.

En la televisión alemana, sólo se puede ver dos canales en abierto. Los dos canales públicos. Si se quiere disfrutar de más canales, no hay otra que acudir a la televisión por cable. Ésta tampoco es una maravilla, en cuanto a la programación se refiere. Hay muchos canales, pero verdaderamente, la programación carece bastante de calidad. Las películas brillan por su ausencia, y a parte de las series habituales tipo Grey Anatomy´s, la ficción es escasa. Cuando haces zapping, lo más probable que te encuentres son reality´s, ya sean del tipo Gran Hermano, o de gente que canta, o de bailarines, así como el conocidísimo programa sobre futuras modelos con Heidi Klum como figura estelar.
Con este panorama no es extraño que muchas veces lo mejor de la televisión sea la publicidad. Y estos días se está emitiendo un anuncio que da la razón a esta teoría. El anuncio toma como principal protagonista a Paul Potts. Para quien no les suene el nombre, comentar que es el ganador de la versión inglesa del programa "Tienes talento". Este joven galés, se presentó a las pruebas previas de selección y ante la pregunta:
- Qué sabes hacer?
El respondió; -canto opera.

Ante la susceptivilidad del jurado y del público en general, cantó la conocida aria de Puccini "Nessun Dorma". Y el resultado fue de lo más inesperado.
Ahora, meses después, una gran compañía de comunicación alemana ha tomado ese vídeo como eje central de uno de sus anuncios, y el resultado es muy satisfactorio. Creo que es uno de los mejores anuncios del año, bajo mi modesta opinión.
Para que juzguéis por vosotros mismos aquí os dejo el anuncio.






Un saludo

jueves, 10 de julio de 2008

Marmotte

Cima del Col du Galibier (2645 mts del altitud)
Hace algunos meses ya hablaba en este blog sobre la Marmotte. Es una marcha ciclista mítica. Sin parangón, por su recorrido. Durante sus 174 Km se recorren puertos como el Col du Glandon, Col du Telégraphe, Col du Galibier y, para finalizar, Alpe d´Huez. Desde hace meses habíamos decidido que ésta sería una de las aventuras del 2008. Además de ser excusa y justificación para el reencuentro con gente a la que desafortunadamente no tenemos la oportunidad de ver con frecuencia.

Comenzamos el viaje el jueves, pasamos la noche en Ginebra, en casa de una amiga de Anais, y al día siguiente, viernes, continuamos con el viaje hasta Bourg d´Oisans, localidad de inicio de la marcha. Llegamos por la tarde, y recogimos el dorsal en la estación de Alpe d´Huez. Allí, nos encontramos con los que venían de Freiburg, Alemania (Anne, su novio Simon, y un par de amigos suyos). Y más tarde aparecieron los que venían de Valencia; Zori y Oscar. Los muy burros subieron en bici y cuando les quedaban 5 km hasta arriba, pararon una furgoneta de españoles para que les subieran, porque la cosa se estaba poniendo fea. Desde allí, al camping. Un poco de cena, y a dormir.


El paisaje desde el Col du Galibier es espectacular.

El día siguiente amaneció temprano. A las 5:00 sonó el despertador, y todos arriba. Desayunamos en el comedor del camping y después de preparar todo laboriosamente, emprendimos el camino hasta Bourg d´Oisans. Nuestro camping distaba de la salida seis o siete km. Y mientras nos aproximabamos nos cruzamos con los que tomaban la salida a las 7:00 -nosotros lo hacíamos a las 7:30-. Fue un espectáculo bonito, ver cientos de ciclista de un montón de nacionalidades diferentes que se encaminaban a un mismo objetivo; finalizar los durísimos 174 km de la Marmotte. Nosotros, Zori, Oscar, Anais y yo, continuamos en sentido contrario a los que ya habían iniciado su andadura, y logramos llegar a la salida con la hora pegada. El grupo de amigos alemanes había dormido en otro lugar, y con la rectitud que les caracteriza, estaban en primera linea de salida, pues hacía casi una hora que habían llegado. Anais se quedó en Bourg d´Oisans, pues ella estaba inscrita en la Mini-Marmotte y empezaba en otra localidad. A la que tuvo que llegar haciendo dedo, todo sea dicho. A este respecto, la organización un cero. Tuvo suerte y la cogieron un grupo de holandeses que la dejaron en el pueblo donde ella empezaba (a 80 km de donde lo hicimos nosotros). Entre los más de 8.000 ciclistas congregados podías localizar procedencias de lo más variopintas. Había muchos holandeses e ingleses, pero tambíen había muchos alemanes y paisanos nuestros. Especialmente vascos. Pero podías encontrarte con gente de Australia y Nueva Zelanda, como con gente venida de Canada. Es decir, una verdadera torre de Babel, con un nexo común; la bicicleta.

Anais en Alpe D´Huez



En plena subida al Galibier.

Después de la salida hay unos diez o doce kilómetros llanos en los que los tres (Zori, Oscar y yo) fuimos adelantando gente a un ritmo bastante vivo. Hasta que llegamos al inicio del Glandon. Este es un puerto de 22 km al 6,7% de pendiente media. Como empiezas fresco y lo subes sin prisa a la espera de lo que queda no se hace excesivamente duro. Antes de coronar, Zori continuó a su ritmo para ir regulando, por lo que me fui hacia delante con Oscar. La bajada es muy peligrosa, con carretera estrecha y curvas bastante complicadas. Una vez terminado el descenso nos integramos en un grupito que iba a muy buen ritmo. Y de nuevo a subir. El Col du Telegraphe (12 km al 7% de media de desnivel), una pequeña bajada de 5 km, y ahora si empezaba lo bueno; el Galibier. Este es un puerto mítico, de los más duros de Europa. Tiene 18 km al 6,7% de desnivel, y coronas a 2645 metros de altura. En lo más alto de una montaña, no puede estar más arriba. Un dato, sólo hay tres puertos en Europa a mayor altura. Ahí arriba llegas bastante tocado, pero yo me encontré bastante bien, durante todo el tiempo fui adelantado gente y me encontraba bastante fresco -dentro de lo que cabe-. Arriba había un avituallamiento ofrecido por el mismo ejercito francés. Con unos bocadillos pequeños que sabían a gloria. Después de descansar un poco; a bajar. 40 km de bajada.


Vista de los últimos kilómetros del Col du Galibier y el rosario de ciclistas que se aproximan a coronar.

La bajada se hace eterna, y cuando estaba casi abajo llegó el incidente desafortunado que condicionó, no sólo la marcha, sino todo el fin de semana. Cuando me quedaban unos 4 km para terminar la bajada, entramos en un túnel oscurísimo -ya habíamos pasado otros parecidos-. No se veía nada. En uno de estos túneles había una curva a izquierdas nada más entrar. Llegas del sol y entras a la oscuridad, con lo que, hay un par de segundos que casi no ves nada hasta que la vista se adapta a la oscuridad, después de esos dos segundos me encontré con la curva encima de mi sin tiempo para corregir la trazada. Iba por encima de 50 km/h, y me fui contra la pared. El golpe fue bastante fuerte. Me levanté un poco mareado y desconcertado, pero una breve mirada a mi hombro derecho me descubrió que tenía todo el mallote roto y ensangrentado. Al igual que la mano derecha, en la que tenía bastante sangre. Estuve un momento desconcertado, sin saber muy bien como actuar. En esto, llegó un gendarme y comenzó a pedirme que saliera del túnel -era bastante probable que los que venían detrás de mi me arrollaran si seguía en esa ubicación-. Así que, de manera un poco automática me puse la zapatilla que me faltaba -no se como pero estaba a más de dos metros de donde yo quedé tendido-, y comencé a pedalear hasta el final del túnel. Pero una vez, en la bici y un poco más lucido, pensé enrabiado: "voy a terminar esta puta carrera, y no vuelvo más aquí". Y así lo hice, continué -de lo que ahora me alegro enormemente-. Aunque tenía una maneta que miraba a China y el sillín apuntaba al cielo, comencé nuevamente a pedalear. Me limpié un poco la sangre que me manaba de los dedos con un poco de agua y eché un vistazo a lo que tenía en el hombro y el codo. Ya para entonces las heridas me ardían como si tuviera fuego.

Descenso del Col du Galibier

Comencé la subida a Alpe D´Huez, con la única intención de llegar arriba. Las veintiuna curvas de esta montaña son conocidas por cualquier aficionado al ciclismo, y sus 13 km al 8,2%, le hacen el puerto más famoso de todo el mundo. Desgraciadamente no pude disfrutar de la subida como me hubiera gustado, no disfruté del paisaje, del esfuerzo que supone una ascensión así, ni de la recompensa de conseguir subir. Desde la caída no disfruté nada, pues no podía dejar de pensar en llegar y curarme las heridas. Incluso llegué a pensar que tenía la clavícula tocada, porque a medida que pasaba el tiempo, me dolía más y más. Durante la ascensión me encontré a Anais y a Anne. La última estaba animando y Anais estaba haciendo una parada para coger un poco de aire y continuar con el calvario de cada pedalada. Les dije que me había caído, que la esperaba para ir a ver a los sanitarios. Y km a km, metro a metro, llegué a la meta en todo lo alto de la estación. Al final 7 horas 55 minutos.


Ascensión de Alpe D´Huez, después de la caida.

Cuando llegué estuve bebiendo un poco y comiendo algo. Desde la caída no había comido y casi tampoco bebido. A los 10 minutos llegó Anais, y una hora después Oscar. Para entonces ya me estaban curando. Tenía todo el lado derecho magullado y con heridas. Me dieron un par de pastillas y después estuve toda la tarde mucho mejor. Comimos un poco, charlamos y tres horas después que yo, llegó Zori, que se lo había tomado con tranquilidad. Como nos contó más tarde.

En resumen, hubo dos partes claramente diferenciadas. La primera antes de la caída. Hasta ahí, disfruté del paisaje, de la compañía y de una experiencia increíble como es el ciclismo en un entorno, creo que, inigualable. Y la segunda parte, el resto desde la fatídica caída. Desde que me puse nuevamente en pie, hasta llegar a meta me repetí un montón de veces, que no volvería a venir, que no haría nunca más una marcha de alta montaña. Pero ahora, seis días después, con las heridas que ya tienen costra y el hombro en clara mejoría, empiezo a cambiar de opinión. No se cuando, pero me gustaría que mi recuerdo de Alpe d´Huez no sea el que me ha quedado, porque es una montaña tan bella y mítica que no se merece que yo la recuerde así. Por eso, y porque me gustaría disfrutar de su ascensión como se merece, creo que habrá que dar a la Marmotte una segunda oportunidad. No sé cuando. Y no creo que sea en corto plazo, pero en un oscuro túnel cerca de Bourg d´Oisans, deje una deuda pendiente. Y sería justo que algún día vuelva a cobrarla.


Todo el grupo, en la llegada de Alpe d'Huez



Un saludo



miércoles, 2 de julio de 2008

El fútbol es un juego de once contra once y, ya no siempre, gana Alemania

Alemania vuelve a la normalidad después de tres o cuatro semanas de desenfreno futbolístico. En una de las entradas anteriores ya comentaba que aquí el fútbol, y la selección nacional, son algo grande para el alemán de a pie. Los medios de información se vuelcan, y esta Eurocopa, no ha sido una excepción. En los dos canales públicos se han podido ver todos y cada uno de los partidos, desde el primero al último. Cuando jugaba Alemania, había un previo de un par de horas y después del partido otra más para el análisis del cómo, dónde, y por qué. A medida que avanzaba el campeonato, el entusiasmo general, que ya era alto desde el inicio, crecía. Y pasearte por una ciudad alemana, era encontrar el negro, rojo y amarillo de la bandera nacional por todos lados; en coches, ventanas, en las bicis o al cuello a modo de capa, que a más de uno he visto de esa guisa, al estilo Superman. Los periódicos dedicaron sus portadas los tres días previos a la final a la selección, y en alguno de ellos podrías encontrar foto-montajes de toreros con la cara de jugadores alemanes, y algún titular muy folclórico y que tiraba de estereotipo.

Pero hoy la historia es otra bien distinta. Paulatinamente, van desapareciendo las banderas que durante las dos últimas semanas han inundado todo, y el fútbol que lo colmaba prácticamente todo deja paso a otros temas en radio, televisión o en las conversaciones cotidianas del día a día. Desde el Domingo por la noche hasta ahora, he escuchado en innumerables ocasiones a apelar al futuro. Al 2010, el próximo mundial de Sudáfrica. Porque a pesar de haber perdido la final, los alemanes se sienten orgullosos de su selección, y confiados en que en dos años volverán a estar en lo más alto. Motivos no les faltan -han ganado tres mundiales y otras tres eurocopas-.












Por mi parte, disfruté con la semifinal, aquí, en Tübingen. Lo vimos con algunos españoles más, pocos, porque aquí no somos muchos, en un Pub donde despliegan tres pantallas grandes. Suele congregarse mucha gente joven, estudiantes en su mayoría. Allí coincidimos con algunos rusos, y una amplia mayoría de alemanes a la espera de rival. Después de la victoria española, estuvimos cantando y festejando en el centro de la ciudad. Finalizamos la noche tomando una copa en un discobar y bailando con unas simpáticas rusas una rumba catalana. Casi como en casa.

El Domingo, día de la final, estábamos en Frankfurt visitando los padres de Anais. Es una ciudad grande, mucho más que Tübingen, y eso nos permitió disfrutar de un ambiente más a lo grande. Vimos el partido en una de las múltiples pantallas gigantes instaladas en la ciudad. Junto a un numeroso y ruidoso grupo de españoles. Convivimos armoniosamente con los aficionados alemanes. Muy silenciosos todo el partido. Empezaron cantando y animando, pero esos cánticos se fueron extinguiendo, a medida que su equipo naufragaba ante los envites españoles. Finalmente, España vuelve a ser campeón de Europa, después de 44 años. Y he de reconocer que me llevé una de las mayores alegrías que me ha dado el fútbol. Pues cada dos años, de manera irremediable, la selección siempre me daba el disgusto. He visto al Real Madrid, mi equipo, jugar tres finales de Champions League, y las ha ganado las tres. En cierto sentido, lo que me faltaba por ver era una gran victoria de la selección, y llegué a pensar que ésta no se produciría nunca. Pero llegó. Y la alegría se desbordó en una pequeña plaza de Franfurt, y de ahí a la plaza de la ópera, y en ésta a la fuente. Y hubo cohetes, y fuegos de artificio, y banderas españolas, los coches pitaban mientras la gente exhibía su alegría. Y todo esto, mientras miles y miles de alemanes desfilaban hacia casa, y nos dejaban la ciudad para nosotros solos. Y esa noche, por un rato a muchos de nosotros nos pareció que estábamos en cualquier rincón de España.




Un saludo. Y Viva España.

lunes, 23 de junio de 2008

España-Alemania. Quizá, por qué no?

Ayer, después de un montón de desilusiones, pude ver a la selección española pasar de cuartos en una fase final de un gran acontecimiento futbolístico (ya sea Mundial o Eurocopa). Recuerdo perfectamente la calurosa tarde del 94, en que Italia eliminó a España del Mundial de Estados Unidos. Lo vi junto a los amigos en un bar del pueblo, y en aquella tierna edad en las que este tipo de cosas afectan tanto, que carita se nos quedó.



Afortunadamente, ayer no se repitió la historia de siempre -para la que ya estaba preparado y mentalizado en un intento de no emberrincharme-. Y por fin, voy a poder ver a la selección en una semifinal, e incluso en una final si nos ponemos a pensar. Todo se verá.

Ayer seguimos el partido desde mi casa, habíamos invitado a unos amigos y vecinos, preparamos una ensalada, una tarta y metimos en la nevera mucha cerveza y radler (cerveza con limón). Todos apoyaban a España, pero en el padecimiento de la emoción me quedaba sólo. Después de los penaltis, y de despedir a nuestros invitados nos acercamos al centro de la ciudad. Había más policía de lo habitual, pensamos que en espera de una posible celebración italiana, que aquí hay muchos italianos. En el centro de la ciudad nos encontramos con tres pequeños grupos de españoles con camisetas y banderas, además de tres o cuatro coches pitando y mostrando también banderas españolas. Eramos cuatro pelagatos, con las que se arman cuando ganan otros países, esto no tiene nada que ver. A pesar de ello, somos ruidosos, eso no lo voy a negar.

El miércoles juegan Alemania y Turquía. Habrá celebración si o si. Si gana Alemania, la cosa está clara, y si gana Turquía, ...., pues también. Al fin y al cabo, los turcos son más de ocho millones en este país. La minoría mayoritaria.

Tengo la impresión que puede haber una posible final Alemania-España. No pensé que pudieran jugar juntos, pues sabía que ello sólo podía suceder en la final, pero cada vez lo veo más cerca. Si se da el caso, va a ser una situación extraña. No me imagino celebrando los goles españoles rodeado de un montón de alemanes. Pero lo que no quiero ni imaginar, es si se da esa final y gana Alemania. Ya lo he dicho, no lo quiero ni imaginar. Eso sería demasido duro. Sólo en pensar la que me daría un compañero de trabajo que está loco por el fútbol, la idea me resulta notablemente desagradable.
Un saludo

miércoles, 11 de junio de 2008

La Eurocopa desde aquí.

Ayer la selección española jugó, y ganó, su primer partido de la Eurocopa que se está celebrando en los vecinos Austria y Suiza. Vimos el partido con un amigo español en un bar enclavado en una zona de residencias de estudiantes que debe ser lo más parecido a la famosa torre de Babel. En eso edificios enormes de 14 y 15 plantas sólo viven estudiantes. Muchos alemanes, pero otros tantos, de todos los rincones del planeta. Aunque yo solo conozco a un compatriota en Tübingen, ayer pude comprobar que no soy el único aquí. No había muchos, pero pude comprobar como una decena de estudiantes españoles coincidían conmigo en ese bar para ver el partido. Aunque en un primer momento se pudiera pensar que había más, pues un chaval se dedicó durante los momentos previos del partido a pintar la cara con los colores de la bandera nacional a todo el que por allí andaba, ya fueran estos de Castilla, o de las Antípodas australianas. E incluso, había algunos aficionados que animaban ruidosamente a Rusia -el equipo rival-, y tenían la cara decorada por el rojo y amarillo. Contradicciones de la vida.


Aquí, la Eurocopa se vive intensamente. La gente en la calle habla mucho sobre fútbol y siguen los partidos con interés. La televisión pública se vuelca con el acontecimiento y da todos los partidos en abierto. Pero si la gente muestran interés por la competición, por su selección lo que hay es devoción. La televisión emite constantes ruedas de prensa de los jugadores alemanes, y en uno de cada cuatro coches se puede ver la ventana decorada con una pequeña banderita de Alemania, o dos, una a cada lado. Como detalle curioso una de mis compañeras, tiene colocada en el manillar de la bici una bandera pequeña.


El Domingo, Alemania jugó su primer partido -ganó con solvencia-, lo vimos en casa de un amigo y cuando salimos para volver a casa, pude comprobar que la gente había tomado la calle, con coches llenos de gente que exhibían banderas y tocaban el claxon. Incluso la policía había cortado calles importantes de la ciudad, porque eran donde mayoritariamente se daban cita los exultan tes aficionados. Y esto tratándose solo del primer partido ante Polonia. Si ganan la Eurocopa no sé que va a pasar aquí. Creo que fue algo exagerado. Pero como ya os he dicho, la gente esta con su selección. Se nota que les ha dado muchas alegrías, si se hubieran llevado tantas desilusiones como nosotros, los españoles, quizá su fervor por el equipo nacional decrecería.


De momento así está la cosa. Ya veremos a ver que pasa según avanza el campeonato.


Un saludo

miércoles, 21 de mayo de 2008

Tiburón

La primera vez que vi el mar creo que contaría con unos diez años. Fue en unas vacaciones con mis tíos a la costa murciana, si no recuerdo mal, en Los Alcázares, un pueblecito muy turístico. Justo antes de viajar, pasé unos días en Coslada, la ciudad donde viven los tíos con los que realicé aquel viaje. En aquellos días, disfrutaba de un lugar que me aportaba una perspectiva muy diferente a mi hábitat natural. Pasaba de un pequeño pueblo, a un barrio de una gran ciudad. Allí pasaba unos días en los que era un no parar. Siempre había alguien en la calle con él que jugar. Solo en aquel bloque en él que vivían mis tíos, ya vivían más chavales que en todo mi pueblo.

La cuestión es que en aquellos días, antes de viajar a Murcia, una tarde mi tía me puso un vídeo (VHS). Otro gran descubrimiento para mi, ya que en mi casa nunca habíamos tenido, al igual que los canales privados, pues en mi pueblo por aquel entonces solo podíamos ver TVE 1 y 2. Resulta que en aquel vídeo alguien había grabado la película Tiburón. Y esta película me produjo un impacto tan fuerte, que días después en las murcianas aguas del Mar Menor, mis tíos no podían hacerme entender que allí no había tiburones. Y en el momento que no "hacía pie", me entraba una tensión que me obligaba a mirar hacia todos lados con mis flamantes gafas para bucear -de esas elípticas, en las que la nariz y los ojos comparten un espacio conjunto bajo un grueso cristal-, que me habían comprado en un "todo a 100".


Fueron unas vacaciones geniales. Diría yo, que inolvidables. Especialmente, porque fueron cuando descubrí el mar y pude bañarme en él. Pero siempre que las recuerdo me viene a la cabeza el miedo que pasé a que un gran tiburón blanco me arrancara una pierna de un bocado.
Ese cierto poso de temor a esos animales, me vino a la cabeza hace unas semanas cuando en un correo electrónico me enviaron las fotos más espectaculares del año. La más votada era una en la que un tiburón de dimensiones gigantescas saltaba a engullir a una persona que permanecía suspendida de un helicóptero. Al ver esa foto, estuve discutiendo con Anais si lo tiburones saltaban o no podían saltar fuera de la superficie. Pues bien. El siguiente vídeo, no sólo contesta esta cuestión, sino que además, da fundamento a mis terrores infantiles.



Un saludo

jueves, 15 de mayo de 2008

Rotura de ligamentos

El acompasado sonido del teléfono distrajo su atención del libro que tenía en las manos. Se trataba de una novela antigua, que después de ver la adaptación en cine siempre había tenido curiosidad en leer. Se acercó al teléfono y descolgó. Al otro lado de la línea reconoció la voz familiar de su novia.

- Estoy en el médico. Le dijo ella. Lo que le desconcertó por un momento, pues lo lógico es que ella se encontrara en la Universidad. Al interesarse más, pudo saber que ella había sufrido una caída en una de sus clases mientras hacían salto de vallas. Le comentó, que tenía cierto dolor en la rodilla, pero que sólo al realizar determinados movimientos. Una vez hechas las primeras aclaraciones, el muchacho se tranquilizó, y continuaron la charla en un intento de planificar las horas siguientes. Flotaba en el ambiente la idea que la cosa no parecía grave, pero habría que esperar que el médico diera su veredicto.

Así, acordaron que él cogería el coche y marcharía a hacer una lavadora. Su casa era demasiado pequeña y aunque en la cocina existía el hueco destinado a este electrodoméstico, la colocación de la bolsa de basura destinada a envases, les había empujado a desechar la idea de adquirir una. La idea era que después de que uno lavara y el otro terminara su visita con el doctor, ambos marcharían juntos a la piscina de verano, que hacía pocos días había iniciado su actividad y con un tiempo que esa semana estaba acompañando, la combinación era más que sugerente.

El muchacho colgó el teléfono y se dispuso a realizar el ritual de separar la ropa sucia por diferentes colores y tejidos. Para posteriormente introducir la colada en una gran bolsa de plástico duro, que ellos utilizaban habitualmente tanto para la compra como para ir a la lavandería. Colocó, después, cuidadosamente un par de toallas y dos bañadores en una mochila. Y hubo de buscar por unos momentos las chanclas de ella, para darse cuenta que quizá fuera ella misma quien las tenía, pues tenía clase de deporte y quizá pensaba ducharse después. Habiendo comprobado que tenía todo lo necesario, echo un último vistazo para verificar que no olvidaba nada. Y antes de cerrar la puerta retrocedió, pensando en que olvidaba el detergente para lavar.

Condujo tranquilo, con la ventañilla medio bajada, y disfrutando de los vivos colores que el paisaje en ese momento del año ofrece. El tráfico era escaso en esa hora de la tarde y el trayecto hasta donde debía lavar se desarrolló más rápido de lo esperado. Quizá debido a que encontró una plaza de aparcamiento casi en la misma puerta. Introdujo la ropa sucia y puso las monedas. Siempre que introducía las monedas en la maquina no dejaba de pensar lo abusivo que le parecía el precio por un lavado.

Como habían acordado, cuando hubiera acabado con lo de la ropa, pasaría a buscarla. Cuando llegó al edificio donde el médico tenía su consulta distinguió rápidamente la bici de su novia. Parecía que aun no había acabado, de modo que subió. En una sala de espera atestada de gente la encontró sentada en una silla. Tras interesarse por los pormenores de su estado y de los detalles del accidente. Se acomodó en su asiento y guardaron silencio. En el cuarto hacía bastante calor, y según ella le había contado las largas esperas estaban poniendo algo enfurecidos a los impacientes pacientes. Un vistazo a la sala le permitió comprobar que aquello era cierto. La gente se agitaba con cierto nerviosismo en sus asientos y algunos resoplaban sonoramente, en un intento de apaciguar su tedio. Los dos muchachos debieron esperar unos minutos más, no demasiados, hasta que un enfermera entró en la sala y llamó a la chica para que la acompañara. Mientras el muchacho quedó a la espera. Tras varios minutos esperando localizó en una mesa llena de revistas y libros en un idioma que aun le era extraño un título que podía comprender "Das magische Auge" -El ojo mágico-. Uno de esos libros que tras un primer dibujo esconden figuras ocultas. Lo estuvo examinando y en vista de lo poco que había que hacer y que aun tendría que esperar más tiempo, se lanzó al intento de visualizar lo que detrás de aquellos dibujos quedaba oculto. Para ello, fijaba su mirada fijamente en la hoja, hasta que ésta se le ponía borrosa, pero por este mecanismo y tras varios intentos, no consiguió el objetivo. Después abordó otro de los mecanismos que él recordaba que se utilizaban para ver este tipo de figuras; colocarse muy cerca del papel y luego ir alejándolo. Dudó un momento ante la idea de parecer un poco estúpido a los ojos de los demás. Pero el aburrimiento que había fuera de aquel libro le alejó esta idea de la cabeza. Comenzó a practicar la nueva maniobra de una manera concienzuda, en ocasiones levantaba la mirada para ver si el resto de personas lo miraban o se burlaban, pero nadie le prestaba la menor atención, así que continuó hasta que una voz conocida rompió su concentración y le dijo; -nos vamos?. Volvió a depositar el libro en su sitio, no sin cierto desencanto al no haber logrado visualizar ni uno solo de los enigmas ocultos, y salió de la sala.

Fuera, frente a un mostrador se encontraba su novia hablando con una de las enfermeras, según supo posteriormente, acerca de una nueva cita. Cuando se pudo aproximar un poco más, vio con claridad como le habían colocado una estructura rígida que la ocupaba casi la totalidad de la pierna afectada. Sobresaltado la miró a los ojos. Y en ese momento se produjo una comunicación no verbal tan poderosa como para que él pudiera anticipar las palabras que segundos después iba a escuchar. Al igual que un relámpago y un trueno. La mirada le adelantó el sonido; -tengo los ligamentos de la rodilla rotos. Y la decepción inundó ambos rostros. Tras unos segundos de silencio ella continuó; - adiós a Reutlingen, a Steinberger See, a la Marmotte, .... Y en ese momento sus ojos luchaban denodadamente por no derramar unas lágrimas que llamaban a la puerta como única vía de escape a la frustración y la rabia. Porque, todos los planes, todas las ilusiones, todos los esfuerzos y sacrificios ya realizados, ...... todos se veían truncados. Y no eran sólo las competiciones y los viajes -y eso que en algunas ya se había pagado la inscripción-, sino había algo más. Estaba la idea de que durante casi medio año no podría hacer una de las cosas que más le gustaban y a las que dedicaba buena parte de su tiempo libre, pues es que el deporte era una de las cosas que más la divertían y más placer le proporcionaban. Y todo eso implicaba, mucho aburrimiento, y sobre todo; mucha desilusión.


FIN


P.D. Ahora si podéis poner nombre a los personajes ya podéis completar la historia. El chico soy yo, y la chica Anais, que el Jueves pasado se rompió los ligamentos de la rodilla derecha.



Un saludo

jueves, 24 de abril de 2008

En Alemania no hay recogevasos.

Cuando sales una noche en Tübingen y visitas un bar, un pub, o una discoteca, lo primero que te llama la atención es la ausencia de humo. Una de las imágenes que tengo grabadas en la memoria en relación a mis salidas nocturnas en España es el irrespirable ambiente de los bares y salas de fiestas, producto del sofocante calor y el humo del tabaco. Una de las primeras actividades que debes realizar por la mañana después de salir una noche por una ciudad española es airear la ropa. Como mínimo, sino echarla al cesto de la ropa sucia. Yo no soy fumador, ni he acostumbrado a quejarme de los fumadores, sin embargo, he de reconocer que los locales de fiesta libres de humo son muy agradables. La maniobra de tendido y aireado de la ropa de antaño, aquí no es necesaria, y eso se agradece. A veces, miro con asombro como en un lugar tan grande y con tanta gente no hay ni un cigarrillo encendido. Pero hay amigo, es otra cultura. La de salir fuera siempre que se quiere fumar en un sitio público, y ésta, no es una labor a veces agradable, ya que más de una vez me he encontrado con decenas de personas a la puerta de las facultades fumando su cigarrito aguantando estoicamente lo que caiga, que en ocasiones son chuzos de punta, y otras temperaturas que asustan al más valiente.
Otra interesante peculiaridad es la ausencia de recogevasos. Recuerdo por Segovia como en los bares atestados de gente se movía penosamente una persona abriéndose paso entre la multitud, en ocasiones a empujones, portando una caja de botellas y donde iba depositando vasos y botellas vacías o medio vacías. Siempre pensé que ese era un trabajo duro, no sólo por la caja de botellas que llevas con una mano en todo lo alto, sino por la ardua labor de abrirte paso entre la multitud apelotonada y un poco descontrolada, y eso, una y otra vez. Pues bien. Aquí esa figura, que tan noble labor desarrolla como es la del recogevasos no existe. Cuando vas a la barra y pides, con la consumión te dan una fichita de plástico (el famoso Pfand), que no sé si tendrá traducción, pero que básicamente consiste en que cuando pagas la consumición pagas una cantidad añadida, (por ejemplo dos euros) por la fianza del vaso o la botella. De este modo, cuando acabas de consumir el producto, no dejas el vaso abandonado, sino que vas a la barra y recuperas el dinero de la fianza. De este modo, se dice adiós a la noble profesión del recogevasos. El Pfand, también existe en las botellas de plástico que compras en el supermercado, y que por cada una de ellas pagas 0,25€ de más. Que te son devueltos al introducir nuevamente los envases vacíos en una maquina. Una idea muy interesante de recogida de residuos. Aunque la recogida de residuos es cosa curiosa y otro día le dedicaré una entrada entera.
Otra de las curiosidades que me ha llamado poderosamente la atención es el transporte nocturno en Tübingen. Existen algunas lineas de autobús nocturno, que es poco habitual que la gente las utilice. De manera que, aunque tengan un horario y un recorrido programado, pasan si, y sólo si, tu llamas previamente (con media hora de antelación) y dices que vas a coger el bus. Te preguntan cuantos vais, y normalmente vienen con una furgoneta de 8 ó 9 plazas, y no con un autobús. Hacen el recorrido desde la parada donde tu dices que vas a estar, hasta la parada en que te bajas, y luego nuevamente se va al garaje. Muy curioso, verdad?. También, existe una modalidad de taxi compartido, en los que se llama y pides que te recojan, pero no te llevan directamente a tu destino, sino que van recogiendo a gente, por el camino o que traen gente y les van a llevar antes que a ti. La ventaja radica en el precio; 3€ cualquier trayecto, ya sea más largo o más corto. Esto si, si no sabes alemán bien, quizá te la peguen como a unos amigos que les cobraron más de 14€ una noche. Y es que, al igual que en todos lados, aquí también existe la picaresca, los aprovechados y los caraduras.
Un saludo

martes, 22 de abril de 2008

Cine latino en Tübingen.

Estos días tenemos en Tübingen un ciclo de cine latino, en el que se están proyectando películas españolas o latinoamericanas. Esta coyuntura me permitía ir al cine por primera vez desde que llegué a Alemania. Ya que mi nivel de alemán aún no me permite seguir el argumento de las películas con garantías de que me entere de algo. Así que, teniendo en cuenta que todos los títulos que se proyectaban son películas desconocidas para el gran público -y por tanto, para mi también-, decidimos ir a ver la película que más se ajustaba al día y hora que queríamos ir; sábado por la noche.
En ese pase se proyectaba "En la ciudad de Syilvia", y al ciclo había asistido el mismo director de la película; José Luis Guerín, que hizo una pequeña presentación de la película. Comentando que esta película la había hecho para "los que les gustaba ver y escuchar". El resultado es una película con planos prolongadísimos, un desarrollo lento y anodino, en el que los diálogos brillaban por su ausencia. Brevemente decir que, la película trata sobre un joven pintor que observa mujeres en la terraza de un bar. Normalmente, pinta los retratos de esas mujeres que observa, pero sólo de aquellas que más atraen su atención. Casualmente, ve a una joven que le impresiona notablemente -según se sabe después, por pensar que era otra persona conocida- y decide seguirla por toda la ciudad -que es Estrasburgo-. Esta persecución silenciosa, en lo que se refiere a diálogos, dura casi la mitad de la película. Finalmente, el joven pintor decide hablar con ella, para descubrir fatídicamente que no es la persona que pensaba. Y la película finaliza, con la búsqueda del chico por los lugares que el día anterior había recorrido en su persecución, en la ilusión de volverse a encontrar con tan cautivadora desconocida.
Y ahora a lo que iba. Mi desilusión no fue producto de lo buena o lo mala que fuera la película. Que a mi no me gusto -todo sea dicho-. Sino que para una vez que voy al cine en Alemania pensando que voy a escuchar castellano, me encuentro con una película española, eso si. Pero en lengua francesa y subtitulada al inglés. No hay más que decir. Sin comentarios.
Un saludo

domingo, 6 de abril de 2008

Mis inicios en el deporte blanco.

Hace tiempo que no dedico un rato a mi blog. Pero hace tiempo que tengo varias cuestiones a las que me gustaría dedicarle unas lineas aquí. Una de esas cosas es la bici como medio de transporte en este país. Es algo que me apasiona y de la que tengo ganas de escribir desde que comencé con este blog, otra es la recogida de residuos en Tübingen, que es bastante curiosa. Pero hoy empezaré por contar un poquito mis inicios en el esquí, y dentro de unos días, escribiré sobre mis vacaciones de semana santa en España. Porque me parece curioso como hasta que no he sido emigrante no me he interesado mucho por conocer mi propio país, y ahora siempre que voy, y con la excusa de que Anais quiere conocer tal o cual ciudad, me paso por las ciudades, antes tan cercanas, y ahora tan lejanas, para descubrir con sorpresa, lo que ahí había y hasta ese momento desconocía. Pero eso será otro día.


Hace unas tres semanas, estuvimos a visitar a una amiga de Anais que vive en Ginebra (Genf o Geneve, en alemán y francés, respectivamente). La frontera Suiza está relativamente cerca de aquí, sin embargo, hasta Ginebra tenemos un viaje bastante largo. Estuvimos allí un par de días, el primero le dedicamos a hacer un poco de turismo. La ciudad está en la linea de las ciudades centro-norte europeas que conozco. No sabría como describirlo, pero tienen un aire muy parecido, en ellas se respira una cierta atmósfera parecida, y eso no quiere decir que sean ciudades muy contaminadas. Pues se trata más del contrario. Ginebra está rodeada de montañas, con los Alpes a escasos 20 km, y un lago de varias decenas de km. Existen bastantes espacios verdes, y por lo que he podido percibir, no parece una ciudad muy estresada, ni estresante.




La mencionada amiga de Anais se llama Vanesa, y es francesa, no obstante, Ginebra es la zona francesa de Suiza. De modo, que mi pobre alemán no me sirvió de nada. Miento, para comunicarme con Florian. Que es el novio de Vanesa. Bueno, una vez introducidas las presentaciones, seguiré con la historia. La cuestión es que, los padres de Florian, tienen una casa en el Grand Bornan, en plenos Alpes franceses. Y como Anais y yo queríamos esquiar, la opción parecía obvia. De modo que, nos desplazamos a la casa de los Alpes el Sábado por la tarde de manera que al día siguiente fuéramos los primeros en estar en las pistas. Al final, nada de esto fue así. Pues vinieron algunos amigos con nosotros y estuvimos jugando a la Wii hasta altas horas. Menos mal que este tipo de videojuegos requiere de movimiento, porque ya os podéis imaginar como está una casa en plena montaña y que lleva varias semanas sin abrirse. La casa no se calentó, hasta la hora de volvernos (lastima no tener más tiempo).



















El resultado es que de la idea de ser los primeros en las pistas, quedó en que eramos de los últimos (las 11:30h, más o menos). Y eso que el remonte estaba a 100 metros de donde dormimos. Yo iba surtido con indumentaria y material prestado, con lo que eso que me ahorraba de alquiler. Ese fue un punto a nuestro favor importante, el segundo, es que al pagar el pase de entrada en las pistas, la cajera se confundió y no nos cobro nada. Que suerte!!!!!





Luego comencé a hacer mis pinitos en este deporte. No hace falta decir que yo no había esquiado nunca (sólo una mañana hace varios años, con nefastos resultados). Con lo que estuve buena parte del tiempo en el suelo o intentando levantarme. No obstante, poco a poco fui cogiendo el truquito y con el tiempo, ya me deslizaba un poco, aunque sin ningún control y sin capacidad de frenar. La incapacidad de frenar es un inconveniente importante grande cuando vas acompañado de gente que esquia desde hace muchos años, y no pueden comprender como te da miedo dejarte caer por pendientes que tu ves peligrosísimas y ellos las ven casi planas. Esta circunstancia me llevó a verme en lo alto de una pendiente por la que mis acompañantes me insistían que me lanzara. Cosa a la que yo me negaba en redondo. Ni hablar!!!, decía yo. Pues a la pendiente (que para mi era enormidad) se sumaba que abajo había una especie de concierto. Yo me veía dirigiéndome directo hacía el escenario como caballo desbocado, y sin capacidad de frenar. Estos pensamientos, me tentaban a quitarme los esquíes y bajar andando, mientras Anais intentaba engañarme diciendome que andando era mucho más peligroso, que me podía resbalar. Joder. Resbalar, pero no es eso lo que haces cuando esquías, donde está el mayor peligro entonces. Finalmente, con muchos apuros y mucho miedo conseguí bajar la pendiente. Una prueba de fuego fue esta, que me ayudo a perder un poco el miedo y a ver otras pistas relativamente sencillas. Y en estas otras pistas, pasé el resto de la jornada. Desarrollando cualidades poco a poco, mientras el resto del grupo subía a enclaves más complicados. Cuando estos volvieron, les quise mostrar mis mejoras, e hicimos una última bajada. Y el resultado fue desastroso. Sufrí la caída más aparatosa de toda la jornada. Un culetazo de consideración. No obstante, me gustó mucho y estaba resignado a que este año no volvería a esquiar más.



Pero me equivoqué. La semana pasada, improvisamos un fin de semana en Zürich. Allí vive la hermana de Anais, con lo que tenemos alojamiento en su casa. Y decidimos ir a pasar el fin de semana (está a dos horas y media de aquí). La idea era aprovechar las últimas nevadas de la semana anterior y tener un finde "blanco". Y así fue. El primer día Domingo (yo libro Domingos y Lunes). Nos desplazamos a Hoch-Ybrig, una estación invernal a una hora de Zürich. Tuvimos un día soleado y con una temperatura muy agradable. A medida que avanzaba el día noté que había dado un salto de calidad importante, de no tener ningún control, y hacer los virajes a duras penas, comencé a ganar seguridad y a partir de mediodía ya esquiaba en paralelo, y no haciendo cuña, como antes. Este aspecto me daba mucha seguridad, pues adquirí mucho control y la capacidad de parar en seco. Aprovechamos hasta que cerraron los remontes, y después como aun quedaban horas de luz, bajamos al coche para coger las raquetas de nieve, y hacer un par de horas y media. Las compramos en Decathlon, a principios de invierno, pensando que las podríamos utilizar mucho más, pero este año ha nevado mucho menos de lo habitual, y no las habíamos podidos estrenar. Estuvo bastante bien subimos un piquito y nuevamente para abajo. Un día muy completo, y agotador.



Al día siguiente, volvimos a desplazarnos dirección Alpes. Como el día anterior habíamos hecho casi todas las pistas, fuimos a otra estación. En este caso elegimos Flumserberg. El tiempo tenía bastante poco que ver con el día anterior. Había bastantes nubes, pero pudimos esquiar con normalidad, hasta la tarde. Después de comer subimos al punto más alto de la estación a 2.000 mts, había una niebla que no te dejaba ver nada. Incluso nos salimos de la pista, y no sabíamos por donde iba ésta. Y la gente que llegaba detrás de nosotros nos seguían y también se salían de pista. Afortunadamente, pasó un chico con snowboard que conocía la pista, y nos marcó un poco el camino a seguir, con lo que volvimos a pista y conseguimos llegar hasta donde la niebla no era tan espesa. Y ya no volvimos a subir más tan alto. Aprovechamos el resto de la jornada haciendo otras pistas más bajas, hasta la hora de cierre. Este segundo día continué progresando, y le perdí el miedo totalmente a las pistas rojas. Seguí mejorando, y además de ganar seguridad y más técnica, noté que ganaba velocidad con respecto al día anterior.

La pena es que este año ya si que no tendré más oportunidades de esquiar. Y no será por falta de ganas. Me acabo de iniciar en este deporte, pero me ha gustado mucho. Ahora me pregunto como estando a menos de una hora de coche de las pistas de la sierra de Guadarrama (Valdesqui), no había ido nada más que una vez. Es un deporte, caro. No se puede ir todos los días, pero no supone mucho más que salir una noche a cenar y a tomar una copa. Pero bueno, así ha sido. Ahora a esperar las nevadas del año que viene. Esto si el tiempo no nos sorprende, y nieva en Mayo o a finales de Abril, cosa que no me sorprendería del todo, pues el clima actualmente está loco, y creo que deberemos acostumbrarnos a que dentro de no mucho veamos nieve en Mayo y 30°C en Noviembre o Diciembre.

Un saludo