Comienzo el segmento de ciclismo un poco acelerado porque en la primera parte hay un montón de público y eso hace que te vengas arriba. Poco a poco recupero un ritmo más conservador de acuerdo con la idea que tenía previamente de ir poco a poco. El recorrido de bici ya lo conocía de dos días atrás, pero la verdad es que es precioso. El tráfico de coches totalmente cortado, el asfalto perfecto, .... Incluso se puede disfrutar del paisaje, que para los que no lo ven todos los días, tiene aún en verano un verdor que cautiva. A pesar que no voy despacio me encuentro bastante cómodo con el ritmo. Los pasos por los pueblos son espectaculares. La gente se sienta en las terrazas con las mesas mirando a la carretera y así además de tomar una cerveza y comer una salchicha ven el espectáculo, y animan a los sufridos atletas. Las zonas de subida son las más concurridas, especialmente Solarer Berg, un repecho de poco más de 700 metros que está absolutamente abarrotado de espectadores. Sales de una curva y cuando giras ves desde abajo toda la gente que hay ahí arriba y corta el aliento. Subes en un estrecho pasillo de un par de metros en los que la gente se desvive animando. Yo nunca había visto nada igual. Ni en los muchos triatlones, ni maratones, ni en marchas cicloturistas, había visto semejante ambiente. Te da un subidón que subes el repecho casi sin darte cuenta. y sin dejar de mirar un poco asombrado.
Y es que el reconocimiento al público es algo obligado en esta carrera. La gente no para, no se cansa de animar. Yo pensaba al ver a algunos que ellos debían acabar más cansados que nosotros. Con carracas, con pitos, con aplaudidores, con cencerros, dando palmas, les da igual, todo vale para ofrecer un poco de aliento. Incluso una alarma de bombardeo aereo, supongo que de la Segunda Guerra Mundial, que un viejete manejaba dandole manivela como a un organillo. Después en la carrera a pie te llaman por tu nombre (que está en el dorsal) y cuando identifican tu nacionalidad te hablan en tu idioma si pueden, y eso te da una buena inyección de energía. A todos hay que darles las gracias, que ayudan mucho.
La primera vuelta en bici la finalizo con una media superior a 36 km/h, con lo que calculo que en la segunda puedo ir un poco más despacio y estaría aun en los tiempos previstos. La segunda vuelta se hace más cansada y las piernas ya notan la acumulación de km, pero mantengo un ritmo bastante constante. Los jueces vigilan como sabuesos y a la más mínima evidencia de que alguien pretende ir a rueda de otro, te muestra tarjeta amarilla y has de parar 8 minutos. Yo he visto varias personas sancionadas, y tengo especial cuidado de no ir demasiado pegado a nadie. Los últimos km se hacen largo, pero consigo finalizar el segmento de bici en 4 horas y 58 minutos a más de 36km/h, algo más rápido aún de lo pensado. Supongo que la nueva bici habrá tenido algo que ver.
Dejo la bici y salgo a correr. Me encuentro bien, dentro de lo que cabe. Intento salir despacio, pues sé que luego necesitaré fuerzas que no debo malgastar ahora. Los primeros km se pasan rápido y hasta el km 11 las sensaciones son muy buenas. Desde ahí ya me comienzo a encontrar más cansado, pero el ritmo es aún alegre. Paso por la media maratón en 1h37. El tiempo era mejor de lo esperado. Eso lo sé ahora porque no quise llevar reloj para no pensar mucho en los tiempos, y casi hasta el final, que pregunte como ibamos de tiempo a algún otro atleta, no supe los tiempos que estaba haciendo. En el km 20 esta Anais y Holger que me aminan. Ahora hace más la cabeza casi que las piernas y estos encuentros ayudan más de lo que parece. Desde, más o menos, el km 26 al 31 las paso canutas. Tengo la musculatura totalmente agarrada y cada paso me cuesta un triunfo. Pienso que el punto de giro está cerca y desde ahí directo a meta. Pero el punto de giro no llega, se me hace eterno. Cuando llego al punto de giro, desando el camino anterior, de modo que ya he pasado por donde iba. Desde el punto de giro recupero un poco el vigor. Y corro con un poco más de brío. Me encuentro mejor. Me vengo arriba. Veo nuevamente a Anais y Holger. Me dicen que no queda casi nada. Que me queda muy poco. Pregunto mi tiempo. Me cantan 8h40. Eso me anima el tiempo está en lo previsto, el récord del club es 9h37 y creo que puedo estar por debajo de ese tiempo. Continuo avivando el ritmo. En cada avituallamiento tomo cola o isotónico, algún gel, también. Entro en los 5 últimos kilómetros. Pienso que está casi hecho. Pero antes de llegar a los 4 últimos, tengo un fuerte calambre en la pierna derecha. Me paro, camino unos pasos, pero no se pasa. Estiro un poco. Vuelvo a caminar, y comienzo a trotar de nuevo. Pienso que hay que continuar lento, que con calambres así me puedo quedar a las puertas, que no importa el tiempo, que hay que llegar, y estamos casi ahí. A ese trote más contenido continuo hasta que entro en la ciudad. Esta parte está llena de espectadores, ahí ya vas en volandas, sé que estoy a punto de conseguirlo. Veo la zona de meta. Entro en en el recinto de meta. Hay mucha gente. Choco las manos con los chavales que me la alargan desde las vallas. Piso la moqueta azúl, levanto la cabeza y veo atletas que entran en meta en la pantalla gigante. El comentarista me saluda en español; "vamos Jose". Veo nuevamente a nuestro compañero del club de Tübingen. Me grita. Le lanzo un beso. Me alegro enormemente. No veo a Anais. Pero sé que está ahí. Miro a meta. Me dejo llevar. Ya no hay dolor. Las piernas van solas. Corro en volandas esos últimos metros. Sonrío varias veces. No pienso nada, solo me alegro. Apreto los puños. Y cruzo la meta.
Unos segundos después de llegar una chica se me acerca y me pone la medalla conmemorativa. Me felicita y le doy un sincero agradecimiento. Caminando hacia el masaje pregunto a uno cuanto tiempo ha hecho. Me dice que 9h40. Calculo que yo también estaré por ahí. Después descubro cual es el tiempo real. Al final finalice la maratón en 3 horas 27 minutos (algo más de lo planeado). Y el tiempo total es 9 horas 38 minutos y 23 segundos. Apenas un minuto más que el record del club. Eso me deja un poso amargo. Pero me consuelo pensando que antes de empezar eran pocas las posibilidades de bajar ese tiempo que yo mismo me daba. Al final, todo salió prácticamente en los tiempos planeados. Y eso es bastante dificil.
Después de la ducha y del masaje me acerco a la salida. Ahí está Anais. Nos besamos. Y compartimos un pensamiento: "lo hemos conseguido".
Os dejo un video con algunas imágenes.
Un saludo
5 comentarios:
Voy a decirte lo que ha pasado. He acabado de leerlo, me he descubierto con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta, me he levantado y he ido donde estaba la pepa y le he dicho: "José es un cabrón, mira lo que me ha hecho". Eres un grandísimo deportista, un atleta, en una palabra, un ¡IRONMAN!
Enhorabuena!!
Grande, muy muy grande.
¡Que emocionante!
Me ha pasado lo que a Rafa, con la diferencia de que me lo he pasado mal también al final de la natación y del kilómetro 26 al 31 del maratón.
Debe ser muy emocionantes pasar esa alfombra azul.
¡¡¡Que cabeza tienes!!!
Besos,
Bego, Patxo y Miguel
Mirella dijo:
Hola Jose.
Imaginaba que tu esfuerzo era grande, pero veo que su satisfación es mucho mayor.
Sabiamos que lo lograrías y aunque no estabamos cerca para animarte, estuvimos todo el domingo pensando en ti.
Espero que logres todo lo que te propongas.
Un beso
Hola, José. Me llamo Jorge Valverde y te escribo desde Asturias. Estoy realizando un trabajo sobre historia de fútbol y busco un dato relacionado con Tubingen. Quisiera detallártelo por mail. Por favor ¿puedes facilitarme tu dirección a través de mi correo? Gracias y un saludo.
jva01278@terra.es
Joer, primo. Estás hecho un Ironman. Un beso,
Paz
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