Es algo muy frecuente en la actualidad, que a elementos ya existentes se renueven dotandoles de otro nombre, normalmente un anglicismo, y dotandoles de unos valores y atributos que les hacen más exclusivos, más elitistas, y por ende, más apetecibles para el gran público. Algo así sucede con lo que hoy se viene a llamar Wellness. El término hace referencia al bienestar. Pero esto es mucho decir. Bienestar, en qué sentido. Porque puede haber múltiples facetas en las que alguien se puede encontrar bien.
En realidad, lo único que hay detrás del Wellness, es una sofisticación (y encarecimiento, por tanto) de aspectos ya existentes. Se trata de aspectos relacionados con el tratamiento del cuerpo, como; masaje, hidromasaje, sauna, SPA, etc., y otras cosas más que desconozco, pues no soy ningún experto del tema. Cuando escucho hablar de Wellness, no me queda más remedio que rememorar mi tierna infancia, cuando los ancianos de mi pueblo decían que se marchaban a la zona de Levante a pasar unas vacaciones en "los barros". Y qué es eso de los barros? Pues, por lo que los viejetes de pueblo decían, son baños de agua caliente más o menos densa. Es decir, los antecedentes del Wellness, eso si, mucho menos sofisticado. Y es que eso de sofisticar los productos, dotarlos de nombres atractivos (rimbombantes), y de atributos casi mágicos y necesarios para nuestra vida cotidina, el mercado capitalista actual sabe mucho.
Pero centrando la cuestión. La semana pasada tuve mi primer contacto con el Wellness, aquí en Alemanía. Estuve en unas instalaciones que además de una serie variada de piscinas, estaba dotada de cerca de una docena de saunas. Unas más calientes, otras menos, con mayor humedad, sauna de vapor, y un largo etc. Lo primero que me sorprendió al entrar en el recinto de las saunas es comprobar como todo el mundo caminaba desnudo por los pasillos, y claro está, en las saunas. Este dato no me habría causado la más mínima sensación si no fuera porque las instalaciones eran mixtas, compartidas por hombres y mujeres.
Entramos en una de las saunas (que marcaba 90°), en la que no había nadie. A continuación, fueron entrando personas, y yo sin entender muy bien porque ese aluvión de gente. Hasta que nos juntamos unas 25 personas y la sauna quedo totalmente llena. A continuación, vino la respuésta a semejante afluencia de gente. Llegó uno de los trabajadores del recinto con un cubo de madera y una cuchara enorme también de madera. A mi me venía a la mente, que ese tipo de cubo y cucharas es lo que debían utilizar los druidas para elaborar sus pociones mágicas. El maestro de ceremonias en un breve discurso explicó que vertería zumo de limón sobre las piedras, que había en medio, tres veces y que el proceso duraría unos 8 minutos. Cada vez que ponía el agua encima de las piedras, la temperatura subía hasta límites que yo antes no había experimentado. A esto se le añade que nuestro "druida" agitaba una toalla para que el aire caliente nos achicharrara más aun. Por los gemidos y las caras, pensé que alguno de mis compañeros de horno iba a sufrir un colapso. Finalmente, no fue así. Y una vez finalizado el ritual, salimos raudos a ducharnos con agua fría. Y luego a la calle, con la que cae en Alemania por las noches, o a la piscina al aire libre, os podéis imaginar lo rica que estaba el agua, semi congelada. Pero todo esto debe ser muy sano. Bueno, o eso dicen aquí.
Un saludo.
2 comentarios:
qué divertido este texto, jajajajaja
Un abrazo!
Mira que eres... te vas de Wellness y luego, ala, a criticar que está mal y no es sano ¿A alguien le dio un síncope? ¿y era caso? porque ya se sabe que lo caro es lo bueno.
Además aquí se demuestra la evolución y el progreso, no se pueden comparar esos barros leventinos con esta sofisticación (jeje..)
Por cierto, yo también estuve una vez una sauna, en Finalandia, y me parecío un suplicio inecesario.
Besos
Bego
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