Ayer, después de un montón de desilusiones, pude ver a la selección española pasar de cuartos en una fase final de un gran acontecimiento futbolístico (ya sea Mundial o Eurocopa). Recuerdo perfectamente la calurosa tarde del 94, en que Italia eliminó a España del Mundial de Estados Unidos. Lo vi junto a los amigos en un bar del pueblo, y en aquella tierna edad en las que este tipo de cosas afectan tanto, que carita se nos quedó.
Afortunadamente, ayer no se repitió la historia de siempre -para la que ya estaba preparado y mentalizado en un intento de no emberrincharme-. Y por fin, voy a poder ver a la selección en una semifinal, e incluso en una final si nos ponemos a pensar. Todo se verá.
Ayer seguimos el partido desde mi casa, habíamos invitado a unos amigos y vecinos, preparamos una ensalada, una tarta y metimos en la nevera mucha cerveza y radler (cerveza con limón). Todos apoyaban a España, pero en el padecimiento de la emoción me quedaba sólo. Después de los penaltis, y de despedir a nuestros invitados nos acercamos al centro de la ciudad. Había más policía de lo habitual, pensamos que en espera de una posible celebración italiana, que aquí hay muchos italianos. En el centro de la ciudad nos encontramos con tres pequeños grupos de españoles con camisetas y banderas, además de tres o cuatro coches pitando y mostrando también banderas españolas. Eramos cuatro pelagatos, con las que se arman cuando ganan otros países, esto no tiene nada que ver. A pesar de ello, somos ruidosos, eso no lo voy a negar.
El miércoles juegan Alemania y Turquía. Habrá celebración si o si. Si gana Alemania, la cosa está clara, y si gana Turquía, ...., pues también. Al fin y al cabo, los turcos son más de ocho millones en este país. La minoría mayoritaria.
Tengo la impresión que puede haber una posible final Alemania-España. No pensé que pudieran jugar juntos, pues sabía que ello sólo podía suceder en la final, pero cada vez lo veo más cerca. Si se da el caso, va a ser una situación extraña. No me imagino celebrando los goles españoles rodeado de un montón de alemanes. Pero lo que no quiero ni imaginar, es si se da esa final y gana Alemania. Ya lo he dicho, no lo quiero ni imaginar. Eso sería demasido duro. Sólo en pensar la que me daría un compañero de trabajo que está loco por el fútbol, la idea me resulta notablemente desagradable.
Un saludo